martedì 15 novembre 2016

SP Novena de la Inmaculada

Con María Inmaculada, hija predilecta del Padre redescubrir y asumir cotidianamente nuestra identidad filial

Novena de la Inmaculada 29 noviembre-7 diciembre 2016[1]

Introducción
El artículo 44 de las Constituciones nos recuerda que «María, Madre de Dios y de la Iglesia, está activamente presente en nuestra vida y en la historia del Instituto. Confiando en la palabra de Don Bosco —María es quien nos guía—, cultivaremos un amor agradecido y filial hacia Ella, y nos esforzaremos por transmitirlo a las jóvenes». Durante esta novena, queremos ponernos en la escuela de María, Hija predilecta del Padre para aprender de Ella la filialidad[2] y asumir nuestra identidad filial en la vida cotidiana.

 (Seguiremos un itinerario distribuido en tres etapas, sugeridas posiblemente para el momento mariano de nuestra oración de la mañana[3]. Cada etapa, a su vez, está articulada en tres momentos que nos permiten reflexionar, orar y comprometernos.
Es deseable retomar el compromiso durante el examen de conciencia de la noche, para evaluar cada día el itinerario. Se aconseja, si es posible, leer en su integridad el texto inspirador de la novena, ofrecido en anexo.
Cada comunidad podrá también buscar un espacio oportuno para compartir comunitariamente sobre la temática de la novena
La introducción, sugerida al inicio de cada etapa, puede ser leída y comentada en las Buenas Noches del día anterior).

Primera etapa: Contemplamos a María espejo de nuestra identidad filial
(El texto podría servir para motivar el camino de esta etapa y ser leído en las Buenas Noches del día precedente)

En la conclusión de la Encíclica “Deus caritas est”, Benedicto XVI invita a la Iglesia a mirar a María, madre del Señor como “espejo de toda santidad”. Parafraseando al Pontífice, durante esta novena queremos confrontarnos con María, contemplándola cual espejo de nuestra identidad filial.
La identidad se construye en la interacción con el otro y constituye el presupuesto de cada relación fecunda. Desde esta perspectiva, afirmar que María es el espejo de nuestra identidad es una invitación a reflejarnos en Ella para reconocernos, reencontrarnos como cristianos y reproducir en el hoy sus rasgos filiales.
Para nosotras, Hijas de María Auxiliadora, es una llamada a confrontarnos con Ella en cuanto hijas y madres. Filialidad, fraternidad/sororidad y maternidad son tres dimensiones típicamente relacionales que reclaman esencialmente nuestra identidad carismática al servicio de las jóvenes generaciones. Se trata, en el fondo, de tomar profundamente conciencia y de asumir nuestra existencia y vocación filial con todas sus implicaciones.
29 noviembre

Para redescubrir (podría servir como introducción al Ángelus durante la novena)

Con María y como María reconozcámonos hijas e hijos del Padre

Como “hija predilecta”, María invita a la persona humana a acoger la paternidad de Dios y, por consecuencia, a reconocer la propia identidad filial. En este sentido, invocar a Dios como Padre es reencontrarse como persona creada a imagen del Hijo y recreada en Él como hija del Padre. Esto implica la capacidad de «vivir sentimientos de dependencia, de gratitud, de obediencia. Ser hijo no es otra cosa que la respuesta gozosa y plena de amor a un Amor que nos precede».
La filialidad de la joven mujer de Nazaret, nos ofrece la capacidad de responder en la libertad de la fe al llamado divino. María, como «mujer libre y responsable al responder prontamente en el momento de la anunciación, revela la vocación última de la persona humana: la comunión dialogante y amante con Dios Padre, por medio del Hijo en el Espíritu».
Además, su experiencia filial hace redescubrir a cada persona su identidad de creatura redimida por Cristo en la gratuidad total. De este modo, Ella, la nueva hija de Sion, la llena de gracia, constituye para la humanidad un ejemplo de persona plenamente realizada porque ha sido recreada. Por tanto, María devuelve a la humanidad la creación, sea como espacio de vida para custodiar y no para abusar, sea como lugar de alabanza a Dios y de servicio a los hermanos.
Breve momento de silencio
Para orar
Contemplemos el misterio de la encarnación del Hijo de Dios con el saludo del Ángel a la Virgen María espejo de nuestra identidad filial:

Oración del Ángelus recitado o cantado a elección

A María, hija predilecta del Padre, confiamos nuestro compromiso de asumir nuestra identidad filial en el cotidiano.

Oración de la confianza (para todos los días de la novena)

Virgen Inmaculada Auxiliadora,
A Ti, Hija predilecta del Padre,
Madre de Jesús y Madre Nuestra,
nos entregamos con confianza y amor filial.

Tú Inmaculada ¡Toda Bella!
Te contemplamos María espejo de nuestra identidad filial.
Suscita en nosotras, un renovado compromiso para asumir
las exigencias de nuestra identidad filial.
Contigo y como Tú nos reconocemos hijas del Padre.
Enséñanos a vivir la fraternidad
valorizando el vínculo con todas las creaturas.

Tú Inmaculada ¡Toda Pura!
En ti redescubrimos la fecundidad de la vida filial.
Virgen, discípula del Hijo, en tu escuela
renovamos nuestra consagración al Señor;
ayúdanos  a vivir la radicalidad de los consejos evangélicos
para ser como Tú testimonios de la vida filial.

Tú Inmaculada ¡Llena de gracia!
En ti contemplamos el icono materno de la vida filial.
Haz que asumamos la maternidad como don y tarea
para ser regazo que custodia la vida,
casa hospitalaria y acogedora para los jóvenes,
para las hermanas y para todas las personas
que encontramos en el camino de la vida.

Tú Inmaculada ¡Auxiliadora!
En ti encontramos la Maestra y la guía.
Ayúdanos a interiorizar aquellos rasgos filiales
que nos impulsan a ser perseverantes en la oración,
intensificando nuestra comunión con el Padre
y nos abren a Cristo presente en los hermanos y en toda realidad.

Tú Inmaculada y Madre,
Educadora de Jesús y de los cristianos.
Nos ponemos en tu escuela para dejarnos educar
y aprender a educar a la vida de oración,
a la comunión y al servicio
para ser el reflejo de tu rostro filial
en la comunidad educativa, en la Familia Salesiana,
en la Iglesia y en la sociedad.
                                                           Amén.

Para vivir
Hoy, buscaré un momento durante el día para reflexionar sobre la paternidad de Dios, para agradecer al Padre el don de haber sido elegida desde la eternidad a ser hija en el Hijo.


30 noviembre

Para redescubrir (podría servir como introducción al Ángelus durante la novena)

Con María y come María, asumimos la fraternidad
Como hijos del mismo Padre, formamos una única familia. La filialidad es, por lo tanto, el presupuesto y el fundamento de la relación fraterna, porque no se puede ser hermana/hermano sin ser hija o hijo. Esto implica la capacidad de superar las barreras para vivir en forma creíble el amor y la solidaridad fraterna.
De este modo, la filialidad de María, como aquella de Jesús, implica toda la vida, no como una realidad aparte, sino como el modo más humano y más religioso de vivir la vida. Por tanto, María, como primera hermana nos enseña a asumir la fraternidad como don y tarea. Desde Ella se puede aprender a ser hermana y hermano capaz de crear, aún con fatiga, el verdadero clima de familia donde cada uno busca acoger siempre al otro con respeto, estima y comprensión, en actitud de diálogo abierto y familiar, de benevolencia, de verdad y fraterna amistad. Con Ella se puede edificar una familia que valoriza lo que cada uno da y les permite dar lo mejor de sí para construir día a día la casa-comunión.

Breve momento de silencio
Para orar
Contemplemos el misterio de la encarnación del Hijo de Dios con el saludo del Ángel a la Virgen María espejo de nuestra identidad filial:
Oración del Ángelus recitado o cantado a elección

A María, hija predilecta del Padre, confiamos nuestro compromiso de asumir nuestra identidad filial en el cotidiano.

Oración de la confianza (la del primer día)

Para vivir
En un momento de oración personal, evoco mi experiencia de vida fraterna, agradezco al Padre por todas las personas que me ha dado como hermanas y hermanos, rezo por aquellos y aquellas con los cuales me cuesta más vivir la fraternidad. Busco hoy hacer un gesto que traduzca mi compromiso por asumir como María la fraternidad en el cotidiano.


1 diciembre

Para redescubrir (podría servir como introducción al Ángelus durante la novena)

Con María y como María madre del Hijo, aprendemos la maternidad

En la prospectiva filial, Maternidad y filialidad son realidades que se enlazan de tal manera que nos permiten afirmar que María es hija para convertirse en madre y, convirtiéndose en madre, realiza plenamente su filialidad.
Las palabras de Jesús sobre la cruz: “Mujer ¡he ahí a tu hijo!”, y al discípulo: “¡He ahí a tu madre!”, confirman la singularidad y la universalidad de esta maternidad decididamente nueva en cuanto pasa de una maternidad física a una maternidad espiritual. Jesús sobre la cruz pareciera invitar a su madre dolorosa a deponer el dolor para redescubrir su maternidad más auténtica, su capacidad de amor. Es una invitación a vivir la vocación materna como un recurso para proteger, custodiar, regenerar y hacer florecer la vida donde prevalece la muerte. María, bajo la cruz, escuchando al Hijo, aprende la maternidad hospitalaria y regenerativa.
Desde Ella se puede aprender a ser espacio acogedor para los jóvenes; se puede aprender la maternidad herida por el sufrimiento de nuestro mundo, pero fecunda porque acoge con amor. Ella es madre porque genera nuestra identidad de hija, hermana y madre y nos invita a acoger como Ella la maternidad como don.

Breve momento de silencio

Para orar
Contemplemos el misterio de la encarnación del Hijo de Dios con el saludo del Ángel a la Virgen María espejo de nuestra identidad filial:

Oración del Ángelus recitado o cantado a elección

A María, hija predilecta del Padre, confiamos nuestro compromiso de asumir nuestra identidad filial en el cotidiano.

Oración de la confianza (la del primer día)

Para vivir
Hoy, en la escuela de María bajo la Cruz, haré de mi jornada un espacio acogedor para los jóvenes, las hermanas y todas las personas que se cruzarán en mi camino.

Segunda etapa: Con María redescubramos la fecundidad de la vida filial

(Esta introducción podría servir para motivar el camino de esta etapa y ser leída en las Buenas Noches del día precedente)

La hermana o el hermano, que encuentra en María la hermana mayor para vivir el discipulado en el seguimiento de Cristo, la sigue, viviendo sus mismos sentimientos para colaborar en la construcción conjunta de la familia de su Hijo. Ella muestra de tal modo la fecundidad de la vida filial, el hecho de que la vida filial no es la pura acogida pasiva de un don de gracia del todo extraño a la persona, sino que es el derroche sobreabundante de la gracia en el siempre renovado “heme aquí” del hijo delante del Padre.
Si aún hoy las dificultades relacionales continúan siendo el problema mayor de las familias, de las comunidades de vida consagrada, de las convivencias sociales, es signo que estamos todavía lejos de encarnar la realidad filial. Para esto, es necesario tener la valentía de una sana y realística evaluación y la audacia de la búsqueda de estrategias adecuadas para mejorar la situación. El camino es claro para quien no acepta la esterilidad y decide vivir la fecundidad de madre/padre. María de Nazaret, mujer de relaciones fecundas, nos enseña la senda de la maternidad fecunda.

Breve momento de silencio

2 diciembre
Para redescubrir (podría servir como introducción al Ángelus durante la novena)

Con María en la escuela del hijo redescubramos el sentido profundo del discipulado

En la relación, así tan comprometedora, detrás de María hija, hermana y madre, se puede encontrar el sentido profundo de los consejos evangélicos y aprender de ella, primera discípula, a abandonarse en la fe al amor exclusivo del Padre en el seguimiento del Hijo. María, en efecto, está convencida que Dios Padre la ha pensado con amor desde la eternidad; esto suscita en ella aquella confianza/abandono filial que le permite responder «sí» al anuncio del Ángel. La pobreza/pequeñez es acogida y vivida con serenidad porque, propiamente en su ser pobre, ella descubre el motivo de la predilección del Padre y para esto responde con sentimientos de alabanza, de gratitud y de amor.

Breve momento de silencio

Para orar
Contemplemos el misterio de la encarnación del Hijo de Dios con el saludo del Ángel a la Virgen María espejo de nuestra identidad filial:

Oración del Ángelus recitado o cantado a elección

A María, hija predilecta del Padre, confiamos nuestro compromiso de asumir nuestra identidad filial en el cotidiano.

Oración de la confianza (la del primer día)

Para vivir
Hoy, en la escuela de María discípula del Hijo, renovamos nuestra consagración al Señor y nos empeñamos en vivir en la humildad el “¡heme aquí!” y el “vado io!”.

3 diciembre
Para redescubrir (podría servir como introducción al Ángelus durante la novena)

Contemplamos a María como madre que acoge y se hace acoger por el hijo

La consigna del discípulo a María y de María al discípulo ayuda a comprender el valor de la maternidad/filialidad como don, y el poder de la acogida recíproca. Según Ronchi, el principio mariológico dice que el criterio de la acogida entra en la estructura misma de la experiencia cristiana:   «a cuántos la han acogido, se les ha dado el poder de hacerse hijos de Dios» (Jn. 1,12). Estas anotaciones estimulan para acoger a María como madre y como dice Ronchi, acogerla con el discípulo para reencontrar nuestra identidad: «El discípulo la tomó consigo, entre sus bienes preciosos. Evento que orienta a todo discípulo. Juan establece el paradigma de nuestra actitud hacia María. No se trata para María de recibir protección y hospitalidad en casa de los discípulos: es Ella la que viene como riqueza para depositar en las casas, como identidad en tu búsqueda de identidad. Tómala entre las cosas que te dicen quién eres, Ella es tu definición; tómala entre las cosas más tuyas. Tú eres como María, persona anunciada; eres como María, casa de Dios; eres como María creyente gozosa; eres como Ella, dador de vino y de alegría; eres como Ella maternidad herida y fecunda; eres como Ella, madre de Cristo y madre de infinitos hijos. Tu identidad. María es madre porque dice y genera tu identidad de creyente».
Breve momento de silencio

Para orar
Contemplemos el misterio de la encarnación del Hijo de Dios con el saludo del Ángel a la Virgen María espejo de nuestra identidad filial:

Oración del Ángelus recitado o cantado a elección

A María, hija predilecta del Padre, confiamos nuestro compromiso de asumir nuestra identidad filial en el cotidiano.

Oración de la confianza (la del primer día)

Para vivir
Hoy hago el ejercicio de acoger a María como Juan. Aprendo de Ella a ser Madre para todas las personas que encontraré durante la jornada.


4 diciembre

Para redescubrir (podría servir como introducción al Ángelus durante la novena)

Ser el reflejo del rostro filial de María
Ser el reflejo del rostro filial de María es ser testimonio de su vida filial. El creyente que se compromete a ser reflejo del rostro filial de María cual “hija predilecta”, es una persona interiormente unificada no por sí misma, sino por el poder del Espíritu. Es capaz de vivir en profunda comunión con el Padre, haciendo de su voluntad la única gloria. En este sentido, la persona unificada no se siente jamás sola ni perdida, porque se sabe hija, jamás abandonada ni rechazada, más bien elegida y bendecida por el Padre desde la creación del mundo. «De aquí brota el vivo sentimiento de la providencia del Padre, que cuida de todos sus hijos (cf. Mt, 6,25-34; 1P. 5,6) llamándolos según su designio a la gloria (cf. Rm. 8,28-30)».
En este sentido, el camino mariano del testimonio es aquel del don total de sí asociándose en el ofrecimiento del Hijo hasta la cruz. A los pies de la cruz María enseña la fuerza y la valentía de quien no lleva cuentas del precio del sufrimiento. Enseña cómo se vive el tiempo de la cruz, cómo se está a los pies de las infinitas cruces donde Cristo es todavía crucificado en sus hermanos. El creyente que es educado al testimonio filial según el camino mariano, llega al conocimiento que el «Señor protegerá siempre a sus hijos, pero no desde el sufrimiento, sino en el sufrimiento. Así como ha protegido a Jesús su hijo no de la muerte, sino en la muerte». Esta convicción alimentada por los sacramentos, especialmente por la Eucaristía, “pan de los hijos”, habilitará al creyente a afrontar la vida con serenidad.
Breve momento de silencio

Para orar
Contemplemos el misterio de la encarnación del Hijo de Dios con el saludo del Ángel a la Virgen María espejo de nuestra identidad filial:

Oración del Ángelus recitado o cantado a elección

A María, hija predilecta del Padre, confiamos nuestro compromiso de asumir nuestra identidad filial en el cotidiano.

Oración de la confianza (la del primer día)

Para vivir
Hoy, nos empeñaremos en ser el reflejo de la bondad materna de María en el don total de nosotros mismos y en el acoger las dificultades, asociándonos al ofrecimiento de Jesús sobre la cruz.


Tercera etapa: Con María educarnos y educar a la vida filial
(Esta introducción podría servir para motivar el camino de esta etapa y ser leída en las Buenas Noches del día precedente)

En la prospectiva filial, ser el reflejo de la filialidad es asumir los rasgos filiales, reproducirlos en la vida personal y colaborar así a generar la vida de las jóvenes generaciones a través de la educación. ¿Cuáles son los rasgos filiales para educar? Estos rasgos son bien reconocidos en torno a tres dimensiones de la vida cristiana: diakonía, koinonía e martyria. Como consecuencia, oración, servicio, comunión y testimonio hasta el martirio convergen en una única obra: hacerse disponibles al Espíritu para poder revestirse del Hijo, respondiendo sí al llamado del Padre.
Para esto, educarnos y educar a la vida filial implica educar a la relación como transversal que se hace oración en la relación con Dios, comunión, servicio y testimonio hasta el martirio en la relación con el otro. Durante esta última etapa de nuestra novena, nos pondremos en la escuela de María para dejarnos educar, de modo que podamos educar a los jóvenes a la vida filial.

5 diciembre

Para redescubrir (podría servir como introducción al Ángelus durante la novena)

Con María educarnos y educar a la oración como respiro de la vida filial
Educarnos y educar a la oración como respiro de la vida filial es un reapropiarnos y reforzar la identidad filial, es decir, redescubrir el valor de la paternidad/maternidad en el proceso de crecimiento de la persona. Por tanto, la oración es un modo de ser, es la capacidad de pronunciar, por una parte, una palabra de fe: “yo creo en ti”; por otra, es escuchar una palabra que engendra: “Tú eres mi Hijo”. Se trata de un diálogo que hace emerger la alteridad en la realidad más profunda y se abre, por tanto, a la confianza recíproca. En esta dinámica, la oración se hace confianza y fuerza regeneradora del otro, porque se hace hijo o hija en sentido pleno, no es solo gritar “Abba, Padre”, sino decir también: “Padre nuestro”.
Educarnos y educar a la oración, en la prospectiva filial, es abrirse a la riqueza de la relación con el Otro (Dios uno y trino) y con los otros (personas y todo lo creado). María, persona relacional, invita a la apertura al Trascendente y al respeto al otro. Como primera discípula del Hijo, asume su oración y se hace también ella maestra de oración. Desde la anunciación a la visitación, desde Caná al Gólgota, desde la Pascua a Pentecostés, revela su perseverancia en la oración. Su experiencia es una llamada para los educadores a acompañar a las jóvenes generaciones y hacer una experiencia profunda de Dios para ser, a su vez, reflejo luminoso de filialidad.

Para orar
Contemplemos el misterio de la encarnación del Hijo de Dios con el saludo del Ángel a la Virgen María espejo de nuestra identidad filial:

Oración del Ángelus recitado o cantado a elección

A María, hija predilecta del Padre, confiamos nuestro compromiso de asumir nuestra identidad filial en el cotidiano.

Oración de la confianza (la del primer día)

Para vivir
Hoy nos comprometemos a ser “perseverantes en la plegaria, con María y como María, para intensificar nuestra comunión con Dios y para abrirnos a Cristo, presente en los hermanos y en todas las demás realidades” (Const. art 37).

6 diciembre

Para redescubrir (podría servir como introducción al Ángelus durante la novena)

Con María educarnos y educar a la relación
El compromiso de educarnos y educar a la relación debe convertirse en comunión de los hijos (koinonía). Aquel que es hijo se está conformando constantemente en el Espíritu con aquel que es el primogénito entre muchos hermanos (cf. Rom. 8,29). La unión con el Hijo crece conjunta y proporcionalmente a la unión con los demás hijos. Esto significa que no solo la relación con Dios permite la comunión con los hermanos, sino también el amor recíproco permite la relación que el hombre instaura con Dios de manera auténticamente filial.
María ha vivido plenamente esta reciprocidad de relaciones. Como persona esencialmente relacional con Dios y con el prójimo, invita a los educadores a formar a la solidaridad y al amor. Esto implica la necesidad de romper barreras y cercas para crear puertas y conexiones, trabajar en red, comunicar a los demás. Como persona de comunión, María impulsa a la solidaridad con todos. Como Madre, participa plenamente en el sueño tan querido de su Hijo de promover la unidad entre los creyentes (Jn. 17,10.20). Delante de todas las dificultades que impiden llegar a la paz en el mundo, de crear comunión y colaboración en las sociedades, en las familias y en nuestras comunidades, María educa a no retroceder, a no desanimarse, a creer cada día en el proyecto de comunión que el Padre tiene para cada uno de los miembros de la Iglesia.

Breve momento de silencio


Para orar
Contemplemos el misterio de la encarnación del Hijo de Dios con el saludo del Ángel a la Virgen María espejo de nuestra identidad filial:

Oración del Ángelus recitado o cantado a elección

A María, hija predilecta del Padre, confiamos nuestro compromiso de asumir nuestra identidad filial en el cotidiano.

Oración de la confianza (la del primer día)

Para vivir
Identifico en mí: los recursos que me ayudan a vivir la comunión y los obstáculos más frecuentes que me impiden vivir una relación serena. Elijo un pequeño compromiso que me ayude a transformarme como María, mujer de comunión.

7 diciembre
Con María educarnos y educar al servicio
Según las palabras mismas del Hijo, el servicio es la nota dominante de su ser en el mundo, es la modalidad según la cual vive su filialidad: «Yo estoy en medio de vosotros como el que sirve» (Lc. 22,27; cf. Mt. 20,28; Jn. 1,1-20). Por tanto, educarnos y educar al servicio en la prospectiva filial, va más allá del voluntariado esporádico o la solidaridad filantrópica en algunas ocasiones. Se trata de una educación que habilita a la persona a hacerse prójima, como Jesús nos enseña en la parábola del buen samaritano, es decir a estar atentos para superar la prisa del activismo legalista para acoger al otro que está en nuestro camino y que invoca ayuda; dejarse llevar por la compasión y por el cuidar a los otros. La intensidad del servicio filial asume la connotación del amor de Cristo, donde el “hasta el fin” se entiende no solo como perseverancia temporal sino como totalidad, irrevocabilidad y gratuidad de la entrega de sí.
María ha asumido hasta el fondo este estilo de servicio filial. En este tiempo de globalización, Ella nos educa y nos llama a educar a los jóvenes a detener y vencer la soledad de la muerte para promover una vida con la insignia del servicio a los hermanos y hermanas. La persona que sigue a Cristo en el servicio de la educación está tan disponible y abierta al proyecto del Padre que se convierte en su colaboradora, como María en el don total, irrevocable y gratuito, de sí uniéndose al Hijo en la obra de salvación de la humanidad.
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Breve momento de silencio

Para orar (podría servir como introducción al Ángelus durante la novena)
Contemplemos el misterio de la encarnación del Hijo de Dios con el saludo del Ángel a la Virgen María espejo de nuestra identidad filial:

Oración del Ángelus recitado o cantado a elección

A María, hija predilecta del Padre, confiamos nuestro compromiso de asumir nuestra identidad filial en el cotidiano.

Para vivir
Hoy estaré disponible para servir donde haya necesidad de mi ayuda. No me iré a la cama sin haber ofrecido mi servicio a alguien.

Oración de la confianza (la del primer día)
8 diciembre: Solemnidad de la Inmaculada Concepción

Introducción al Ángelus

En el camino santo del Adviento, la Iglesia nos hace venerar a María, Hija predilecta del Padre, como Aquella que, por gracia, no ha sido menoscabada por el mal. La Inmaculada se hace para nosotros signo de segura esperanza y nos testimonia que el mal no tiene la última palabra. Madre Mazzarello exhortaba: “Nos acercamos a la fiesta de la Inmaculada. Nuestra Santa Regla pide que la celebremos con gran solemnidad. Pero además, debe ser una de las fiestas más hermosas para nosotras, que somos Hijas de María”.
Acogiendo esta exhortación de Madre Mazzarello, celebremos la Solemnidad de la Inmaculada Concepción reconociéndonos inmensamente agradecidas a la Virgen Madre, que por su “SÍ” incondicional, nos ha abierto el paso a la Salvación,
De Ella aprendemos a vivir la filialidad y a decir con prontitud y generosidad nuestro “¡Heme aquí!” al Señor en cada momento de nuestra vida.


Ángelus cantado

A María hija predilecta del Padre, confiamos nuestro compromiso de asumir nuestra identidad filial en el cotidiano.

Oración de la confianza (la del primer día)





[1] Preparada por Sor Martha Séïde. (cf Martha SÉÏDE, Para una generazione filiale. La via mariana de la educazione,
in FARINA Marcella-SIBOLDI Rosangela-SPIGA María Teresa, Filialità. Percorsi de riflessione e de ricerca, Città del Vaticano, LEV 2014, 312-331).
[2] N. de la T.: Madre Yvonne hace referencia a este término de “filialidad”: “filialidad permite descubrir a la persona humana como realidad espiritual y relacional, fundamentalmente abierta al Tú de Dios y de los demás y en relación con toda la creación. [...] el sentido último de la filialidad, en la visión cristiana, está ofrecido en la revelación. Dios Padre de todos nosotros: hijos suyos amados, llamados a un proyecto de vida nueva que se concretiza en la experiencia de ser hermanos y hermanas, padres y madres [...] Ser hijos en el Hijo”.
[3] Las comunidades que celebran la novena con la comunidad educativa, buscará el momento más oportuno y adaptará el contenido de modo que también los chicos tengan la oportunidad de reflexionar sobre el tema de la filialidad típica de la vida cristiana.

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